lunes, 25 de enero de 2016

Día 5: Trekking por el Cañón del Colca.

Nuestro incidente alimentario en Nazca provocó que nuestra escapada al Colca disminuyera a dos días, en vez de los tres que teníamos pensados inicialmente.

Si intentáis reservar las excursiones desde España, van a intentar cobraros muchísimo más por la excursión que si la contratáis en destino (igual pagas el triple por lo mismo), así que os recomiendo que si viajáis a Perú, cojáis las excursiones sobre la marcha.

Por 70 soles, unos 20€, contratamos una excursión al Colca que incluía: 2 desayunos, 1 comida, 1 cena, 1 noche de alojamiento y transporte.
No estaban incluidos: bebidas, 1 comida y entradas a aguas termales.
El día comenzó temprano, a las 3 de la mañana.
La noche anterior preguntamos en recepción si era posible que nos prepararan el desayuno para llevar y sonó la flauta (que no os de vergüenza preguntar este tipo de cosas porque allí son bastante comunes)
También preguntamos si podríamos dejar el equipaje hasta el día que volvíamos del Colca (casi 2 días) y no nos pusieron ningún problema.
También les pedí que me prepararan la factura y tras ojearla en la habitación la noche anterior concluí que no estaba bien... nos estaban incluyendo un impuesto del 18% que no nos habían aplicado antes en ningún alojamiento, así que lo consulté en booking y efectivamente estaba mal aplicado.
Existe una tasa del 18% aplicable a residentes en Perú o extranjeros que vayan a estar más de 60 días en Perú (que no era nuestro caso)
Así que a las 3 de la mañana me dispuse a revisar con la recepcionista la factura :-D
Le dije que lo consultara tranquilamente, ya que teníamos que volver a por el equipaje y que en ese momento ya veíamos cómo lo arreglábamos.
Después de media hora de espera, le pedimos a la recepcionista (todas con las que coincidimos nos trataron divinamente) si podía llamar al número que nos había proporcionado la agencia.

¡Y menos mal! porque resulta que no encontraban el hotel y en vez de llamar, habían pasado de largo e ido a por otros excursionistas. Sinceramente, espero que pensaran volver sin la llamada ¡porque sino vaya plan!

Rozando las 4 de la mañana estábamos saliendo de Arequipa en una furgoneta de unas 15 personas. Nos dimos cuenta de que eramos los únicos que hablábamos castellano. Pues sí ¡hasta íbamos a hablar inglés en este viaje!
A esas hora lo que hizo la mayoría fue dormir, mientras yo me pegaba a la ventana observando una preciosa luna viendo como se perfilaban cada una de las montañas que íbamos dejando atrás y mientras tanto iba dando sorbitos al mate de coca que nos habíamos preparado en una botellita antes de salir del hotel.

Nuestra primera parada la realizamos en Chivay, donde pudimos disfrutar de un desayuno modesto a base de café/infusiones y pan con mermelada.
Después continuamos hacia el mirador de la Cruz del Cóndor, donde nos permitieron estar una media hora.
Intentamos ver el famoso Cóndor, pero no hubo manera... eso sí, lo que sí veíamos era que ya estábamos cansados y no habíamos hecho nada más que dar una vuelta por el mirador, la altura estaba empezando a hacer mella.

 Cogimos de nuevo el colectivo, que nos iba a llevar al punto de partida de nuestra ruta, justo antes de llegar a Cabanaconde y ¿qué vimos por el camino? ¡Cóndores! de lo malo malo, algo vimos.
Comenzamos el trekking, que empezaba con una bajada de casi tres horas, absolutamente mortal para nuestras rodillas y nuestros cuerpos debilitados por la intoxicación de los días anteriores.


Salimos de Cabanaconde en dirección a San Juan de Chuccho. Yo diría que Google es muy optimista en la estimación de la caminata.
Caminamos bajo un sol de justicia durante casi 3 horas, hasta que conseguimos alcanzar el puente que nos permitía cruzar a San Juan de Chuccho.
La bajada fue un auténtico infierno para las rodillas y las lumbares y más con el cuerpo hecho un asco que llevábamos.
Os recomiendo ir cargados con lo mínimo, ya que notareis el peso extra durante toda la caminata.
Paramos a comer en San Juan de Chuccho, en casa de una humilde familia muy acostumbrada a las visitas.
Nuestro estómago seguía sin estar para muchas fiestas así que comimos un poco de arroz con pollo y algo de pan que llevábamos encima.


La segunda parte de la caminata fue mucho mejor, ya que también había tramos llanos y subidas y el paisaje era más variado, ya que por la mañana nos limitamos a mirar las piedras del camino para intentar no pegarnos un buen piñazo.
Por la tarde nos permitimos el lujo hasta de sacar la cámara de fotos.

Hay gente vendiendo agua por el camino. Aunque es algo más cara, merece la pena comprarla por el simple hecho de no cargar con ella. Además así ayudas un poco a la gente de la zona.
James, nuestro guía, nos fue contando cosas de la flora local y costumbres de la zona. Yo le pregunté sobre los famosos cóndores y si alguna vez habían atacado a personas. Me contó que hace muchos años sus antepasados intentaron dar caza a los cóndores ya que atacaban los rebaños y que en aquella época sí que se produjo algún ataque, pero que cuando el hombre dejó de atacar a los cóndores, ellos hicieron lo propio y desde entonces no se había registrado ningún problema.
Antes de llegar a Cosñinhua, pasamos por un alto en el que había una pequeña tienda/bar en la que se podía tomar algo y tenía unas vistas impresionantes.




Justo alado de la tienda, estaban construyendo unas cabañitas que tenían pinta de alojamiento de turistas, cuando las acaben serán un alojamiento precioso, con unas vistas increibles.
Continuamos andando hasta Cosñinhua donde había una iglesia con su respectiva plaza y un grupo de viviendas.



Proseguimos la caminata camino del oasis de Sangalle. Con unas vistas mucho mejores que las de la mañana.
Si os soy sincera, ahora me queda el buen recuerdo, pero nada más hacerlo la ruta me pareció bastante sosa, sobre todo la parte de la mañana. La tarde mejoró la cosa, pero para entonces teníamos las rodillas destrozadas de la bajada.
El cañón es impresionante, pero mentiría si no os dijera que en varias ocasiones nos recordó a la ruta del Cares en Asturias y no hubo debate sobre cual nos gustaba más ;-P
Antes de llegar a Sangalle nos encontramos con esta especie de monumento, que con el sol de la tarde se veía precioso.



¡Y ya sólo nos quedaba la bajada al oasis!
James nos iba contando por el camino que teníamos el mejor alojamiento del oasis porque era el único que disponía de agua caliente ¡genial!
Yo no hacía nada más que pensar en la piscina y en el bañito que me iba a pegar... pero cuando llegué abajo y vi que el agua estaba helada y que aquello era un comedero de mosquitos, me acordé de mis picaduras de Japón y pasé bastante del tema...
Oasis de Sangalle
Lo del agua caliente en el alojamiento obviamente era un plus muy grande, pero tengo que decir que pasamos por otros alojamientos y las zonas comunes parecían más bonitas que las nuestras.
Nos asignaron unas cabañitas, sin grandes lujos que tenían luz a ratos. Sin más mobiliario que una cama con 5 mantas encima (lo que te hacía pensar, madre mía ¡el frío que va a hacer aquí!)


Oscureció enseguida y no se veía absolutamente nada.
Vital llevar una luz frontal con vosotros, ya que no había luz ¡ni en la ducha!
Nos duchamos y bajamos a la zona de la cena, donde tomamos una cerveza mientras esperábamos al resto para cenar.
La cena fue a base de una sopa de verduras y un plato de espaguetis con tomate.
Teníamos hambre y estábamos débiles, así que abordamos el plato de pasta con ansiedad, pasando de la sopa.

James nos había dicho que la subida del día siguiente iba a ser dura, salvando un desnivel de 1200 metros.
No teníamos el cuerpo para demasiadas fiestas, así que preguntamos por una opción alternativa y nos comentaron que se podía subir en mula, así que no nos lo pensamos dos veces y le dijimos a James que nos consiguiera unas mulas para el día siguiente.

Disfrutamos de lo que quedaba de noche, charlando con nuestros compañeros de viaje en inglés y contemplando el cielo más maravilloso que he visto en mi vida.
¡El firmamento se ve tan bonito en Perú! pero en Sangalle se ve espectacular.
Imaginaros dentro del segundo cañón más profundo del mundo, rodeados de oscuridad, el espectáculo es alucinante. Para mi, fue una de las mejores cosas de toda la excursión.

¡Seguimos con el viaje! en el siguiente post: segundo día en el Cañón del Colca.

sábado, 9 de enero de 2016

Día 4: Arequipa, la ciudad blanca.

Después de una noche en un hotel paupérrimo y otra en el hospital, decidimos que en Arequipa nos íbamos a pegar un homenaje en lo que al alojamiento se refería. Necesitábamos descansar en un sitio confortable y nos inclinamos por el hotel boutique Alwa Vallecito Chili.
Aunque fue más caro que los hoteles en los que nos veníamos alojando, tampoco se pasaba tanto de presupuesto y fue sin duda el mejor hotel en el que estuvimos en Perú.
Habitación enorme con tres camas de matrimonio y todas las comodidades (incluido secador, que ya empezaba a estar harta de ir mendigándolo recepción por recepción), la atención del servicio fue insuperable, totalmente recomendable.
Llegamos al hotel por la madrugada y decidimos no poner el despertador e intentar reponer fuerzas.
Cuando me desperté pensé ¡mierda! ¿y este dolor de cabeza? y entonces recordé que podía deberse a los efectos de la altura, ya que Arequipa se encuentra a 2335m sobre el nivel del mar.
Además de la altura nos encontrábamos bastante débiles después de la intoxicación alimentaria y de sobrevivir a base de suero líquido.
Fuimos a desayunar con el miedo de ver qué encontraríamos que pudiéramos comer.
El desayuno era de tipo buffet y bastante variado, pero sin grandes cantidades, teniendo en cuenta de que en la cafetería no cabrían más de 10 personas desayunando a la vez.
Enseguida visualizamos infusiones, pan y yogurt natural, que más o menos era lo que nos había recomendado la doctora para empezar a comer algo. Así que repusimos fuerzas y nos lanzamos a la calle a recorrer la ciudad.
El hotel no está lejos del centro, a unos 15 minutos andando. A medida que íbamos andando yo empezaba a sentir cosas raras, como que si andaba rápido no podía respirar bien. Para el dolor de cabeza me tomé un paracetamol que me vino bastante bien.
Al final decidimos coger un taxi para no forzar la máquina y nos plantamos en el convento de Santa Catalina, que es, sin duda, una visita obligada.
Cogimos una guía para los 3 que nos enseñó el convento y nos relató cómo vivían las novicias de la época.


Es un lugar precioso, que se encuentra muy buen cuidado y permite tener unas bonitas vistas de la ciudad, incluidos los volcanes que protegen esta bella ciudad de casi 800.000 habitantes. Los más cercanos son el Misti y el Chachani.



Debido al calentamiento global no pudimos ver nevada la cumbre del Misti, pero tuvimos suerte con la cumbre del Chachani. Es una pena el problema que tienen como consecuencia del estrechamiento de la capa de ozono en esta parte del planeta.
Os recomiendo gafas de sol, gorra y crema solar para lidiar con los rayos del sol.

Cuando salimos del convento teníamos dos tareas. La primera era buscar una lavandería a kilo que nos lavase la bolsa de ropa que llevábamos a cuestas. Por 8 soles conseguimos lavar un kilo de ropa, cuando en el hotel pedían lo mismo por limpiar un pantalón...
Este sistema de lavado a kilo está muy extendido en Perú, con lo que os recomiendo poco equipaje y hacer uso de este servicio. 
Sólo una recomendación, haced una lista de las prendas que dejéis en las lavanderías y chequearla en el momento de la recogida. Ya que la primera vez casi nos llevamos ropa que no era nuestra y además echamos de menos algunas mudas.
Después fuimos a buscar agencias que ofrecieran excursiones por el Cañón del Colca y contratamos una para el día siguiente, de la cual os daré más detalles en el siguiente post.

Con nuestros objetivos cumplidos, nos encaminamos a la Plaza de Armas, donde teníamos la intención de realizar una vista guiada de la catedral, que por cierto, la fachada exterior se encontraba en obras :-(

Recomendable la visita guiada, nos pareció interesante y además pudimos visitar la azotea de la catedral, desde donde se tienen unas buenas vistas.

Las calles de Arequipa están repletas de coches, sobre todo de taxis, que no paran de pitar a los clientes para llamar su atención.
Sinceramente es una práctica que no me gusta nada, ya que la contaminación acústica es terrible y te pone de mal humor. Me consta que en algunos sitios están intentando prohibirlo, pero es una costumbre demasiado arraigada en todo el Perú.

En este punto pensamos en comer, pero teníamos miedo a que se nos pasase la hora de visita de la famosa momia Juanita, así que pusimos rumbo al museo de los santuarios andinos, que estaba bastante cerca de la plaza de armas.
La visita en general fue muy interesante, mostrándonos ciertos rituales de la cultura Inca. La visita finalizó descubriéndonos a la momia Juanita, impresionantemente bien conservada. Sólo un consejo, entrad con chaqueta que en todo el museo hace bastante frío.
Os dejo una foto de la web Rumbos del Perú ya que están prohibidas las fotografías dentro del recinto
Al finalizar la visita buscamos un restaurante donde poder encontrar algo de comida limpia, teniendo en cuenta que seguíamos mal de la tripa.
Comimos en un grill que encontramos en un lateral de la catedral. Nuestro objetivo era encontrar pollo a la plancha y arroz y por la pinta del local, podía ser el sitio adecuado.
Pedimos exactamente eso, arroz con pollo a la plancha (saltándonos la carta del lugar) por norma, mientras pagues, te organizan la comida que quieras.
La comida cumplió su función, que era meter algo limpio al cuerpo y descansar un poco.

Salimos de allí directos a coger un taxi, ya que queríamos visitar el mirador de Yanahuara, donde habíamos leído que encontraríamos unas hermosas vistas al atardecer.
El azar quiso que nos toparamos con "Enrique" un taxista que hizo que nuestra visita a Arequipa fuera más memorable si cabía.

Nos trató de manera exquisita, recomendándonos lugares y restaurantes. Se interesó por nuestra ruta y se ofreció a llevarnos a los sitios que necesitábamos lo que quedaba de tarde.
Así que primeramente paramos en Yanahuara, donde pudimos sacar la foto de rigor y poco más, ya que estaba cayendo la tarde. Bonitas vistas, muy recomendable.


Mientras Enrique limpiaba los retrovisores del coche, entramos en la pequeña iglesia de San Juan Bautista, pequeña pero bonita, ya que estás allí, merece una visita.
Cuando concluimos la visita, nos volvimos a meter en el taxi y le pedimos a Enrique que nos acercara a la estación de autobuses, ya que queríamos cerrar el autobús Arequipa-Puno.
Enrique se lo montó para pasar por el emblemático puente de Fierro y mientras tanto ibamos hablando sobre el vertiginoso crecimiento de la ciudad de Arequipa y el porqué de este crecimiento.
Dejo la conversación que tuvimos para nosotros, pero fue un auténtico placer y una manera de conocer un poquito mejor a las gentes del país que estábamos visitando.
Después de comprar los billetes de autobús, volvimos al taxi. Ahí estaba Enrique esperándonos para llevarnos a la plaza de armas.
Este sería el último trayecto que realizaríamos con él.

Enrique, si por casualidades de la vida acabas leyendo esto, te enviamos Dani, Pedro y yo un abrazo muy grande, fue un auténtico placer.
Se notaban sus tablas a la hora de tratar con los clientes, nos contó su punto de vista sobre la forma en la que hay que tratar al turista.
Todo un señor, completamente de confianza, así que aquí os dejo su número de teléfono por si tenéis la oportunidad de parar en esta preciosa ciudad y necesitáis que alguien os traslade y os alegre el día:


Enrique (taxista de Arequipa) 987 608 298

¿Sabéis lo mejor de todo? que quizás fue uno de los taxis más baratos que hemos pagado... aunque ya nos ocupamos de dejarle una buena propina, ya que se la merecía.

En la plaza de armas, dimos un último paseo y fuimos a un supermercado que habíamos localizado a comprar unos yogures de cena y algunas cosas para la excursión del día siguiente.
No nos retrasamos mucho más ya que al día siguiente nos recogían en nuestro hotel a las 3 de la mañana para poner rumbo al Colca. Pero eso os lo contaré en el siguiente post.

¡Que siga el viaje!

domingo, 20 de diciembre de 2015

Día 3: Nazca, sus famosas líneas y una historia para no dormir.

Como no podía ser de otra manera, amanecimos prontito el tercer día para coger el autobús que en tres horas nos dejaría en Nazca.
Estábamos nerviosos, con ganas de ver las intrigantes lineas que nos tenían en un dilema por todo lo que habíamos leído ¿realmente merecen la pena? esa era la pregunta... pero ¿cómo ir a Perú e ignorar el paso por Nazca?
Nos bajamos sobre las 12:00 en la central de autobuses de Nazca, donde nos permitieron dejar nuestras mochilas.
Nada más salir nos abordaron varias mujeres intentando vendernos la excursión en avioneta sobre las líneas. Dos de ellas nos vendieron la moto, porque nos enseñaron un papel con las tarifas de AeroNasca y pensamos que eran de la propia oficina.
Pero resulta que no, hay varios hoteles y personas que están a la caza del turista para intentar hacer negocio contigo y pueden acarrearte ciertos problemas, así que como recomiendan en diferentes carteles de la estación de autobús, lo mejor es ir a una agencia oficial o preguntar en la oficina de turismo.
En nuestro caso, dos mujeres nos llevaron a la recepción de un hostal donde nos reservaron sin ningún coste el sobrevuelo a las líneas con la compañía AeroNasca.
Como somos de naturaleza desconfiada (y más después de este viaje) decidimos buscar la agencia oficial de AeroNasca y preguntar si efectivamente tenían en su lista nuestra reserva.
Nos dijeron que no, que ese día estaba completo inicialmente y que a la hora que nos habían vendido la excursión no había sitio.
Consiguieron hacernos un sitio al final del día y pudimos hacer el sobrevuelo, que nos llevaría unos 35 minutos.
El coste del sobrevuelo ascendió a 325 soles por persona, más o menos unos 88€, que no incluyen la tasa aérea que se debe abonar adquiriendo un ticket en el mismo aeropuerto Marie Richie. Esta tasa asciende a 25 soles, unos 7 euros.
En la oficina de AeroNasca pudimos dejar nuestras cosas en una taquilla, ya que sólo te permiten llevar contigo el pasaporte, la cámara y una botellita de agua.
Importante que no os olvidéis el pasaporte, porque sino, no voláis.
Una vez en el mostrador de la aerolinea en el propio aeródromo, nos pesaron, ya que cobran un extra a las personas que pesan más de 90 Kg. Como no era nuestro caso, nos sentamos a ver un documental del National Grographic sobre las líneas que está en constante reproducción. 
Lo pudimos ver hasta 4 veces, ya que nos tocó esperar bastante y a medida que se levantaba un poco de viento, nos comíamos más las uñas debido a una posible cancelación. Pero al final, llegó nuestro momento y nos hicieron pasar a la sala de embarque.
Pasamos allí unos minutos y enseguida llegó el Piloto, que nos acercó a la avioneta andando por la pista.

 Tras unas breves indicaciones comenzó el vuelo donde el copiloto nos iba indicando dónde estaba cada figura, para ello utilizaba las alas de la avioneta como puntero y también utilizaba las franjas horarias cuando nos estábamos acercando.

Aunque da impresión, al principio el movimiento es llevadero, aunque tengo que reconocer que después de unas cuantas figuras estaba bastante mareada, pero me armé de valor y aguanté lo que quedaba de vuelo.
El astronauta
El mono
El loro
Después de haberlas visto me preguntareis ¿Merece la pena la parada en Nazca para ver las líneas?
Yo diría que sí. Eso sí, vistas una vez no volvería :-D 

Al volver del aeropuerto dimos un paseo por un pequeño mercadillo que estaba montado por ser domingo y después fuimos a cenar.
La idea era picar algo y después hacer tiempo hasta el autobús que salía a las 22:00 con destino Arequipa. Para hacer tiempo teníamos pensado ir al pase del planetario del hotel Nazca Lines, que habíamos leído que estaba bastante bien.
He aquí el momento en el que nos empezamos a encontrar mal, yo con unos dolores de tripa impresionantes y bastante malestar y Pedro y Dani empezaron a hacer visitas continuadas al servicio.
Fuimos al planetario y nada más empezar tuvimos que salir porque Dani se estaba encontrando peor, empezó a vomitar y empezamos a ser conscientes de que algo nos pasaba a todos.
Así que fuimos a la estación de autobuses y le comentamos al chico del mostrador que necesitábamos ir al médico y que si se podía hacer cargo de nuestras maletas, porque no estábamos seguros de que llegáramos a coger el autobús (y tampoco lo veíamos una buena idea)
Nos guardaron las mochilas y cogimos un taxi para que nos llevara a la clínica, pero era domingo y estaba cerrada ¿que hacemos? el taxista nos propone ir al hospital y le decimos que sí.
Tras un trayecto bastante raro (atravesamos la cuenca de un río) llegamos al hospital público de Nazca.

Nada más entrar tuvimos que pagar 12 soles por persona para que nos pudieran atender.
Nos sentamos en la sala de espera, donde siguieron las visitas a un baño que estaba asqueroso. El hospital era algo así como un colegio público de España bastante cutre, después nos enteramos de que era provisional porque el otro estaba en obras.
Empezaron con Dani y primera sorpresa, me viene la enfermera y me dice que vaya a comprar un termómetro y yo ¿cómo un termómetro? ¿no tenéis?
Pues no, me hicieron ir a una farmacia que había justo fuera a comprarlo.
Cuando volví me dieron otros papeles y me mandaron a por medicinas, jeringuillas, vías... y yo alucinando... ¿de verdad? pues sí. Este es el momento en el que te das cuenta de lo afortunados que somos en España por tener la sanidad pública que tenemos.
De lo malo malo, sabíamos que tanto vías como jeringuillas eran nuevas, lo que a mi me dejaba bastante más tranquila.
Llego el momento en el que me atendieron, yo cada vez me encontraba peor, super mareada, me fallaban las piernas. Cuando me atendió la doctora me dijo que los tres teníamos una intoxicación alimentaria, pero que además yo tenía cólicos (por eso los dolores super fuertes) así que me manda otra vez a la farmacia a por mis medicinas y me dice que necesito calmantes, pero que se han acabado en la farmacia del hospital y que tengo que ir fuera...
Estaba saliendo cuando derepente siento una necesidad inmediata de vomitar y allí en la entrada de la farmacia echo todo lo que tenía dentro. Menos mal que en ese momento apareció Pedro y me pudo acompañar a la otra farmacia (en plena noche)
Ya de vuelta, nos metieron a los tres en observación. Era una sala con tres camillas, con lo que se puede decir que era una habitación privada, en la que hacía un frío que pela.
Nos quitamos los zapatos y nos tumbamos completamente vestidos (chaqueta incluida) y nos echaron mantas encima.
Qué frío pasamos y qué mala noche... los tres con suero y yo calmantes de regalo.
Una de las situaciones más subrealistas que me han ocurrido, hasta el punto de que sobre las 2:30 se me acabaron los calmantes y se supone que tenía que levantarme e ir a comprar más, pero parece que le di pena a la enfermera y le dí el dinero y fue ella.
La verdad es que pese a las limitaciones del lugar, nos trataron muy bien.
Así estuvimos, enchufados a una botella, hasta las 8:00 del día siguiente, que nos dieron el alta y pudimos salir de allí.
Antes de salir del hospital, ya recuperados aunque muy débiles. Vaya foto! :-D
Una vez fuera nos encontrábamos totalmente desamparados. Nos fuimos a la estación de autobuses y estaba cerrada, así que esperamos.
Cuando abren nos dicen que hasta las 18:00 no sale el primer autobús con destino Arequipa ¡no puede ser!
No se nos ocurrió otra cosa que ir a la oficina de AeroParacas a preguntar a los chicos que nos habían atendido el día antes (que habían sido super amables) si sabían alguna otra opción. Nos comentaron que había otra compañía fiable de autobuses que hacía ese recorrido y que el autobús salía a las 15:00, Oltursa. Así que fuimos hacia allí y sacamos 3 pasajes.
Se nos ocurrió que podíamos ir a la piscina del hotel Nazca Lines a tirarnos en las hamacas, ya que habíamos leído por internet que se podía acceder pagando a la piscina aun no estan alojados.
Así que eso hicimos, después de comprar unas botellas de suero.

Allí estuvimos hasta poco antes de que marchase el autobús. Fue la salvación... hamacas para descansar y un baño de lujo con ducha incluida, la piscina sólo a modo de vistas. Muy chulo el hotel.
A las 15:00 nos montamos en el autobús de Oltursa en lo que iba a ser un viaje largo y movidito.
Miramos atrás y dejamos Nazca con un sabor bastante amargo por lo que nos acababa de pasar, pero animados por el hecho de salir de allí por fin.
Arequipa ¡allá vamos!

viernes, 4 de diciembre de 2015

Día 2. Islas Ballestas, Ica y oasis de Huacachina.

El segundo día en Perú amanecimos, por decir algo, a las 2:30 a.m. con la intención de coger el autobús de Cruz del Sur con destino Paracas que salía a las 3:30 a.m.
Menos mal que los autobuses, o como los llaman allí cruzeros, son el colmo de la comodidad, con asientos super anchos que se reclinan hasta casi convertirse en cama, pantalla individual de entretenimiento, manta, almohada e incluso desayuno.
En tres horas y media que se pasaron volando, llegamos a Paracas, un pequeño pueblo costero puerto de salida de los tours a la reserva natural de las Islas Ballestas.
El día anterior habíamos gestionado con el recepcionista del hotel Tinkus Inn en Lima esta excursión y nos recogieron en la estación de autobuses para acercarnos al puerto.
Allí pudimos dejar las mochilas y tras una hora de espera en la que pudimos dar un paseito por la costa de Paracas cogimos la barca rápida que nos acercó a la reserva.

La primera parada de la barca fue para contemplar el geoglifo del candelabro.



Después, proseguimos la marcha hasta las islas, donde pudimos contemplar leones marinos, pingüinos Humboldt y una gran variedad de aves, todo ello en su entorno natural, impresionante.




Una vez finalizada la visita, nos recogieron en el puerto para poner rumbo a el oasis de Huacachina, donde pudimos comer en uno de los restaurantes que dan al oasis.


Después de comer algo, subimos al colectivo de la excursión junto a la que iba a ser nuestra compañera de viaje Mariella (Mariella un besote!!) y nos dirigimos a la bodega Tacama ubicada a las afueras de Ica, donde nos explicaron el proceso de elaboración del Pisco, un aguardiente que posee el título de "la bebida destilada del Perú".
Con él se pueden hacer infinidad de coktails, destacando el "Pisco Sour" que es absolutamente exquisito.
Después de explicarnos el proceso hicimos una cata de diferentes variedades de Pisco.

Algo más animados, debido a la cata de Piscos, volvimos a poner rumbo al oasis de Huacachina, donde cambiamos el colectivo por un arenero y nos lanzamos a la aventura de dar una vuelta por el desierto de Ica.
El paisaje es absolutamente impresionante y la experiencia totalmente recomendable. Es una pasada mirar al horizonte y no ver nada más que dunas y más dunas, precioso.



Después del paseo en arenero, tocaba hacer sandboarding, que es una especie de snowboard pero sobre arena.
Nosotros utilizamos la tabla pero nos montamos de otra manera :-D



Después del sandboarding regresamos al oasis y después a Ica, ciudad en la que teníamos reserva de hotel, un hotel nada recomendable por cierto. El alojamiento en Huacachina parece más recomendable, pero alojarse en Ica tenía un plus de comodidad para emprender la siguiente etapa: Nazca, sus famosas líneas y una historia para no dormir ¡Que siga el viaje!

domingo, 22 de noviembre de 2015

Perú. Un país de contrastes. Día 1: Lima.

Todavía sigo saboreando los recuerdos del viaje que acabamos de hacer a Perú. 
Un tour por cuenta propia recorriendo el sur de este maravilloso país.
El viaje ha sido absolutamente impresionante y la palabra que me viene a la mente cuando recuerdo todos los parajes recorridos es "contraste".
Desde el misterio de la neblina limeña, pasando por la costa del pacífico, siguiendo por el impresionante desierto, la imponencia de sus montañas, la calidez de sus ciudades, su asombroso altiplano y culminando en una de las nuevas maravillas del mundo.

Comenzamos el viaje en Lima, tras 12 largas horas de avión. Llegamos a las 6:00 al aeropuerto Jorge Chavez donde el taxista de nuestro hotel nos estaba esperando. Nos acercó a nuestro hotel, en el distrito de Miraflores, donde pudimos dejar el equipaje y coger lo necesario para comenzar la visita de un día que teníamos prevista por la capital del país andino.
Una amiga de mi prima (Ici un besote ¡gracias por todo!) está viviendo en Lima y me hizo las siguientes recomendaciones que os traslado: alojamiento en San Isidro o Miraflores, ya que son zonas residenciales seguras, con mucho ambiente y cantidad de restaurantes.La visita al centro histórico mejor hacerla mientras sea de día, con lo que me recomendó ir retirándonos entre las 16 y las 17.

Cogimos un taxi rumbo a la Plaza San Martín, donde comenzaba la ruta a pie marcada por la Lonely Planet. De allí tomamos la calle Jirón de la Unión donde nuestra siguiente parada sería la iglesia de la Merced y de allí a la famosa plaza de Armas de Lima, donde se encuentran el palacio de Gobierno de Perú, la catedral y la iglesia del Sagrario.

Allí nos daríamos cuenta de que la catedral se encontraba cerrada :-( fuimos a desayunar un típico chicharrón (carne de cerdo frita en su propia grasa) en una de las cafeterías de la plaza, donde nos enteramos de que la catedral se encontraba cerrada por seguridad, debido a que había una cumbre del Fondo Monetario Internacional en la ciudad.

De allí pusimos rumbo a la basílica y convento de San Francisco de Asis, donde impactan sus sobrecogedoras catacumbas. Nunca en mi vida había visto tantos huesos, es una visita interesante, aunque tiene su parte macabra.
Está prohibida la toma de fotografías, así que os dejo una foto de verpaises.com
También pudimos visitar el coro y a mi me gustó particularmente la biblioteca, donde parecía que si cogías un libro de una estantería, se podría desintegrar en ese mismo momento, el tiempo se había parado en ese rincón del convento. Una visita muy recomendable.

Del convento emprendimos la vuelta a la plaza de armas, ya que a las 12.00 se producía el cambio de guardia en el palacio del gobierno de Perú, lo que es todo un acontecimiento diario para locales y turistas.

Allí, entre otras canciones, pudimos presenciar cómo la banda del palacio interpretaba "El cóndor pasa" uno de los más reconocidos himnos musicales de Perú.

Paseamos un poco más por el centro y después cogimos un taxi a Miraflores para visitar las ruinas de Huaca Pucllana, las vimos desde fuera, pero desafortunadamente no pudimos entrar porque se estaba desarrollando un congreso del FMI en Lima e iban a comer en el restaurante de las ruinas, que por cierto, nos habían recomendado.
Así que rápidamente tuvimos que pensar en un plan B y optamos por otro restaurante que nos habían recomendado "Cebichería La Mar" en el barrio de Miraflores.
Esta cebichería se encuentra en el sexto puesto en el ranking de mejores restaurantes de Lima en tripadvisor. Llegamos y nos encontramos un local amplio con mucho ambiente, tenía muy buena pinta pero estaba hasta la bandera "da igual, esperamos", así que nos sacamos nuestras primeras copas de Pisco Sour y empezó el baile de platos.










Toda la comida estuvo rica, sobresaliendo el cebiche, que estaba espectacular. Los postres son extra dulces, para golosos empedernidos, pero eso ha sido la tónica general en todo el viaje.
Después de comer necesitábamos pasear y decidimos dar un paseo por la costa en el barrio de Miraflores, en busca del parque del amor.
Un paseo muy bonito donde los limeños pueden disfrutar de diferentes zonas de esparcimiento.





Al caer las noche nos retiramos al hotel a descansar, ya que al día siguiente madrugábamos, y mucho!
Siguiente etapa: Islas Ballestas, Ica, Oasis de Huacachina y alrededores ¡Que siga el viaje!

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