domingo, 20 de diciembre de 2015

Día 3: Nazca, sus famosas líneas y una historia para no dormir.

Como no podía ser de otra manera, amanecimos prontito el tercer día para coger el autobús que en tres horas nos dejaría en Nazca.
Estábamos nerviosos, con ganas de ver las intrigantes lineas que nos tenían en un dilema por todo lo que habíamos leído ¿realmente merecen la pena? esa era la pregunta... pero ¿cómo ir a Perú e ignorar el paso por Nazca?
Nos bajamos sobre las 12:00 en la central de autobuses de Nazca, donde nos permitieron dejar nuestras mochilas.
Nada más salir nos abordaron varias mujeres intentando vendernos la excursión en avioneta sobre las líneas. Dos de ellas nos vendieron la moto, porque nos enseñaron un papel con las tarifas de AeroNasca y pensamos que eran de la propia oficina.
Pero resulta que no, hay varios hoteles y personas que están a la caza del turista para intentar hacer negocio contigo y pueden acarrearte ciertos problemas, así que como recomiendan en diferentes carteles de la estación de autobús, lo mejor es ir a una agencia oficial o preguntar en la oficina de turismo.
En nuestro caso, dos mujeres nos llevaron a la recepción de un hostal donde nos reservaron sin ningún coste el sobrevuelo a las líneas con la compañía AeroNasca.
Como somos de naturaleza desconfiada (y más después de este viaje) decidimos buscar la agencia oficial de AeroNasca y preguntar si efectivamente tenían en su lista nuestra reserva.
Nos dijeron que no, que ese día estaba completo inicialmente y que a la hora que nos habían vendido la excursión no había sitio.
Consiguieron hacernos un sitio al final del día y pudimos hacer el sobrevuelo, que nos llevaría unos 35 minutos.
El coste del sobrevuelo ascendió a 325 soles por persona, más o menos unos 88€, que no incluyen la tasa aérea que se debe abonar adquiriendo un ticket en el mismo aeropuerto Marie Richie. Esta tasa asciende a 25 soles, unos 7 euros.
En la oficina de AeroNasca pudimos dejar nuestras cosas en una taquilla, ya que sólo te permiten llevar contigo el pasaporte, la cámara y una botellita de agua.
Importante que no os olvidéis el pasaporte, porque sino, no voláis.
Una vez en el mostrador de la aerolinea en el propio aeródromo, nos pesaron, ya que cobran un extra a las personas que pesan más de 90 Kg. Como no era nuestro caso, nos sentamos a ver un documental del National Grographic sobre las líneas que está en constante reproducción. 
Lo pudimos ver hasta 4 veces, ya que nos tocó esperar bastante y a medida que se levantaba un poco de viento, nos comíamos más las uñas debido a una posible cancelación. Pero al final, llegó nuestro momento y nos hicieron pasar a la sala de embarque.
Pasamos allí unos minutos y enseguida llegó el Piloto, que nos acercó a la avioneta andando por la pista.

 Tras unas breves indicaciones comenzó el vuelo donde el copiloto nos iba indicando dónde estaba cada figura, para ello utilizaba las alas de la avioneta como puntero y también utilizaba las franjas horarias cuando nos estábamos acercando.

Aunque da impresión, al principio el movimiento es llevadero, aunque tengo que reconocer que después de unas cuantas figuras estaba bastante mareada, pero me armé de valor y aguanté lo que quedaba de vuelo.
El astronauta
El mono
El loro
Después de haberlas visto me preguntareis ¿Merece la pena la parada en Nazca para ver las líneas?
Yo diría que sí. Eso sí, vistas una vez no volvería :-D 

Al volver del aeropuerto dimos un paseo por un pequeño mercadillo que estaba montado por ser domingo y después fuimos a cenar.
La idea era picar algo y después hacer tiempo hasta el autobús que salía a las 22:00 con destino Arequipa. Para hacer tiempo teníamos pensado ir al pase del planetario del hotel Nazca Lines, que habíamos leído que estaba bastante bien.
He aquí el momento en el que nos empezamos a encontrar mal, yo con unos dolores de tripa impresionantes y bastante malestar y Pedro y Dani empezaron a hacer visitas continuadas al servicio.
Fuimos al planetario y nada más empezar tuvimos que salir porque Dani se estaba encontrando peor, empezó a vomitar y empezamos a ser conscientes de que algo nos pasaba a todos.
Así que fuimos a la estación de autobuses y le comentamos al chico del mostrador que necesitábamos ir al médico y que si se podía hacer cargo de nuestras maletas, porque no estábamos seguros de que llegáramos a coger el autobús (y tampoco lo veíamos una buena idea)
Nos guardaron las mochilas y cogimos un taxi para que nos llevara a la clínica, pero era domingo y estaba cerrada ¿que hacemos? el taxista nos propone ir al hospital y le decimos que sí.
Tras un trayecto bastante raro (atravesamos la cuenca de un río) llegamos al hospital público de Nazca.

Nada más entrar tuvimos que pagar 12 soles por persona para que nos pudieran atender.
Nos sentamos en la sala de espera, donde siguieron las visitas a un baño que estaba asqueroso. El hospital era algo así como un colegio público de España bastante cutre, después nos enteramos de que era provisional porque el otro estaba en obras.
Empezaron con Dani y primera sorpresa, me viene la enfermera y me dice que vaya a comprar un termómetro y yo ¿cómo un termómetro? ¿no tenéis?
Pues no, me hicieron ir a una farmacia que había justo fuera a comprarlo.
Cuando volví me dieron otros papeles y me mandaron a por medicinas, jeringuillas, vías... y yo alucinando... ¿de verdad? pues sí. Este es el momento en el que te das cuenta de lo afortunados que somos en España por tener la sanidad pública que tenemos.
De lo malo malo, sabíamos que tanto vías como jeringuillas eran nuevas, lo que a mi me dejaba bastante más tranquila.
Llego el momento en el que me atendieron, yo cada vez me encontraba peor, super mareada, me fallaban las piernas. Cuando me atendió la doctora me dijo que los tres teníamos una intoxicación alimentaria, pero que además yo tenía cólicos (por eso los dolores super fuertes) así que me manda otra vez a la farmacia a por mis medicinas y me dice que necesito calmantes, pero que se han acabado en la farmacia del hospital y que tengo que ir fuera...
Estaba saliendo cuando derepente siento una necesidad inmediata de vomitar y allí en la entrada de la farmacia echo todo lo que tenía dentro. Menos mal que en ese momento apareció Pedro y me pudo acompañar a la otra farmacia (en plena noche)
Ya de vuelta, nos metieron a los tres en observación. Era una sala con tres camillas, con lo que se puede decir que era una habitación privada, en la que hacía un frío que pela.
Nos quitamos los zapatos y nos tumbamos completamente vestidos (chaqueta incluida) y nos echaron mantas encima.
Qué frío pasamos y qué mala noche... los tres con suero y yo calmantes de regalo.
Una de las situaciones más subrealistas que me han ocurrido, hasta el punto de que sobre las 2:30 se me acabaron los calmantes y se supone que tenía que levantarme e ir a comprar más, pero parece que le di pena a la enfermera y le dí el dinero y fue ella.
La verdad es que pese a las limitaciones del lugar, nos trataron muy bien.
Así estuvimos, enchufados a una botella, hasta las 8:00 del día siguiente, que nos dieron el alta y pudimos salir de allí.
Antes de salir del hospital, ya recuperados aunque muy débiles. Vaya foto! :-D
Una vez fuera nos encontrábamos totalmente desamparados. Nos fuimos a la estación de autobuses y estaba cerrada, así que esperamos.
Cuando abren nos dicen que hasta las 18:00 no sale el primer autobús con destino Arequipa ¡no puede ser!
No se nos ocurrió otra cosa que ir a la oficina de AeroParacas a preguntar a los chicos que nos habían atendido el día antes (que habían sido super amables) si sabían alguna otra opción. Nos comentaron que había otra compañía fiable de autobuses que hacía ese recorrido y que el autobús salía a las 15:00, Oltursa. Así que fuimos hacia allí y sacamos 3 pasajes.
Se nos ocurrió que podíamos ir a la piscina del hotel Nazca Lines a tirarnos en las hamacas, ya que habíamos leído por internet que se podía acceder pagando a la piscina aun no estan alojados.
Así que eso hicimos, después de comprar unas botellas de suero.

Allí estuvimos hasta poco antes de que marchase el autobús. Fue la salvación... hamacas para descansar y un baño de lujo con ducha incluida, la piscina sólo a modo de vistas. Muy chulo el hotel.
A las 15:00 nos montamos en el autobús de Oltursa en lo que iba a ser un viaje largo y movidito.
Miramos atrás y dejamos Nazca con un sabor bastante amargo por lo que nos acababa de pasar, pero animados por el hecho de salir de allí por fin.
Arequipa ¡allá vamos!

viernes, 4 de diciembre de 2015

Día 2. Islas Ballestas, Ica y oasis de Huacachina.

El segundo día en Perú amanecimos, por decir algo, a las 2:30 a.m. con la intención de coger el autobús de Cruz del Sur con destino Paracas que salía a las 3:30 a.m.
Menos mal que los autobuses, o como los llaman allí cruzeros, son el colmo de la comodidad, con asientos super anchos que se reclinan hasta casi convertirse en cama, pantalla individual de entretenimiento, manta, almohada e incluso desayuno.
En tres horas y media que se pasaron volando, llegamos a Paracas, un pequeño pueblo costero puerto de salida de los tours a la reserva natural de las Islas Ballestas.
El día anterior habíamos gestionado con el recepcionista del hotel Tinkus Inn en Lima esta excursión y nos recogieron en la estación de autobuses para acercarnos al puerto.
Allí pudimos dejar las mochilas y tras una hora de espera en la que pudimos dar un paseito por la costa de Paracas cogimos la barca rápida que nos acercó a la reserva.

La primera parada de la barca fue para contemplar el geoglifo del candelabro.



Después, proseguimos la marcha hasta las islas, donde pudimos contemplar leones marinos, pingüinos Humboldt y una gran variedad de aves, todo ello en su entorno natural, impresionante.




Una vez finalizada la visita, nos recogieron en el puerto para poner rumbo a el oasis de Huacachina, donde pudimos comer en uno de los restaurantes que dan al oasis.


Después de comer algo, subimos al colectivo de la excursión junto a la que iba a ser nuestra compañera de viaje Mariella (Mariella un besote!!) y nos dirigimos a la bodega Tacama ubicada a las afueras de Ica, donde nos explicaron el proceso de elaboración del Pisco, un aguardiente que posee el título de "la bebida destilada del Perú".
Con él se pueden hacer infinidad de coktails, destacando el "Pisco Sour" que es absolutamente exquisito.
Después de explicarnos el proceso hicimos una cata de diferentes variedades de Pisco.

Algo más animados, debido a la cata de Piscos, volvimos a poner rumbo al oasis de Huacachina, donde cambiamos el colectivo por un arenero y nos lanzamos a la aventura de dar una vuelta por el desierto de Ica.
El paisaje es absolutamente impresionante y la experiencia totalmente recomendable. Es una pasada mirar al horizonte y no ver nada más que dunas y más dunas, precioso.



Después del paseo en arenero, tocaba hacer sandboarding, que es una especie de snowboard pero sobre arena.
Nosotros utilizamos la tabla pero nos montamos de otra manera :-D



Después del sandboarding regresamos al oasis y después a Ica, ciudad en la que teníamos reserva de hotel, un hotel nada recomendable por cierto. El alojamiento en Huacachina parece más recomendable, pero alojarse en Ica tenía un plus de comodidad para emprender la siguiente etapa: Nazca, sus famosas líneas y una historia para no dormir ¡Que siga el viaje!
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