sábado, 9 de enero de 2016

Día 4: Arequipa, la ciudad blanca.

Después de una noche en un hotel paupérrimo y otra en el hospital, decidimos que en Arequipa nos íbamos a pegar un homenaje en lo que al alojamiento se refería. Necesitábamos descansar en un sitio confortable y nos inclinamos por el hotel boutique Alwa Vallecito Chili.
Aunque fue más caro que los hoteles en los que nos veníamos alojando, tampoco se pasaba tanto de presupuesto y fue sin duda el mejor hotel en el que estuvimos en Perú.
Habitación enorme con tres camas de matrimonio y todas las comodidades (incluido secador, que ya empezaba a estar harta de ir mendigándolo recepción por recepción), la atención del servicio fue insuperable, totalmente recomendable.
Llegamos al hotel por la madrugada y decidimos no poner el despertador e intentar reponer fuerzas.
Cuando me desperté pensé ¡mierda! ¿y este dolor de cabeza? y entonces recordé que podía deberse a los efectos de la altura, ya que Arequipa se encuentra a 2335m sobre el nivel del mar.
Además de la altura nos encontrábamos bastante débiles después de la intoxicación alimentaria y de sobrevivir a base de suero líquido.
Fuimos a desayunar con el miedo de ver qué encontraríamos que pudiéramos comer.
El desayuno era de tipo buffet y bastante variado, pero sin grandes cantidades, teniendo en cuenta de que en la cafetería no cabrían más de 10 personas desayunando a la vez.
Enseguida visualizamos infusiones, pan y yogurt natural, que más o menos era lo que nos había recomendado la doctora para empezar a comer algo. Así que repusimos fuerzas y nos lanzamos a la calle a recorrer la ciudad.
El hotel no está lejos del centro, a unos 15 minutos andando. A medida que íbamos andando yo empezaba a sentir cosas raras, como que si andaba rápido no podía respirar bien. Para el dolor de cabeza me tomé un paracetamol que me vino bastante bien.
Al final decidimos coger un taxi para no forzar la máquina y nos plantamos en el convento de Santa Catalina, que es, sin duda, una visita obligada.
Cogimos una guía para los 3 que nos enseñó el convento y nos relató cómo vivían las novicias de la época.


Es un lugar precioso, que se encuentra muy buen cuidado y permite tener unas bonitas vistas de la ciudad, incluidos los volcanes que protegen esta bella ciudad de casi 800.000 habitantes. Los más cercanos son el Misti y el Chachani.



Debido al calentamiento global no pudimos ver nevada la cumbre del Misti, pero tuvimos suerte con la cumbre del Chachani. Es una pena el problema que tienen como consecuencia del estrechamiento de la capa de ozono en esta parte del planeta.
Os recomiendo gafas de sol, gorra y crema solar para lidiar con los rayos del sol.

Cuando salimos del convento teníamos dos tareas. La primera era buscar una lavandería a kilo que nos lavase la bolsa de ropa que llevábamos a cuestas. Por 8 soles conseguimos lavar un kilo de ropa, cuando en el hotel pedían lo mismo por limpiar un pantalón...
Este sistema de lavado a kilo está muy extendido en Perú, con lo que os recomiendo poco equipaje y hacer uso de este servicio. 
Sólo una recomendación, haced una lista de las prendas que dejéis en las lavanderías y chequearla en el momento de la recogida. Ya que la primera vez casi nos llevamos ropa que no era nuestra y además echamos de menos algunas mudas.
Después fuimos a buscar agencias que ofrecieran excursiones por el Cañón del Colca y contratamos una para el día siguiente, de la cual os daré más detalles en el siguiente post.

Con nuestros objetivos cumplidos, nos encaminamos a la Plaza de Armas, donde teníamos la intención de realizar una vista guiada de la catedral, que por cierto, la fachada exterior se encontraba en obras :-(

Recomendable la visita guiada, nos pareció interesante y además pudimos visitar la azotea de la catedral, desde donde se tienen unas buenas vistas.

Las calles de Arequipa están repletas de coches, sobre todo de taxis, que no paran de pitar a los clientes para llamar su atención.
Sinceramente es una práctica que no me gusta nada, ya que la contaminación acústica es terrible y te pone de mal humor. Me consta que en algunos sitios están intentando prohibirlo, pero es una costumbre demasiado arraigada en todo el Perú.

En este punto pensamos en comer, pero teníamos miedo a que se nos pasase la hora de visita de la famosa momia Juanita, así que pusimos rumbo al museo de los santuarios andinos, que estaba bastante cerca de la plaza de armas.
La visita en general fue muy interesante, mostrándonos ciertos rituales de la cultura Inca. La visita finalizó descubriéndonos a la momia Juanita, impresionantemente bien conservada. Sólo un consejo, entrad con chaqueta que en todo el museo hace bastante frío.
Os dejo una foto de la web Rumbos del Perú ya que están prohibidas las fotografías dentro del recinto
Al finalizar la visita buscamos un restaurante donde poder encontrar algo de comida limpia, teniendo en cuenta que seguíamos mal de la tripa.
Comimos en un grill que encontramos en un lateral de la catedral. Nuestro objetivo era encontrar pollo a la plancha y arroz y por la pinta del local, podía ser el sitio adecuado.
Pedimos exactamente eso, arroz con pollo a la plancha (saltándonos la carta del lugar) por norma, mientras pagues, te organizan la comida que quieras.
La comida cumplió su función, que era meter algo limpio al cuerpo y descansar un poco.

Salimos de allí directos a coger un taxi, ya que queríamos visitar el mirador de Yanahuara, donde habíamos leído que encontraríamos unas hermosas vistas al atardecer.
El azar quiso que nos toparamos con "Enrique" un taxista que hizo que nuestra visita a Arequipa fuera más memorable si cabía.

Nos trató de manera exquisita, recomendándonos lugares y restaurantes. Se interesó por nuestra ruta y se ofreció a llevarnos a los sitios que necesitábamos lo que quedaba de tarde.
Así que primeramente paramos en Yanahuara, donde pudimos sacar la foto de rigor y poco más, ya que estaba cayendo la tarde. Bonitas vistas, muy recomendable.


Mientras Enrique limpiaba los retrovisores del coche, entramos en la pequeña iglesia de San Juan Bautista, pequeña pero bonita, ya que estás allí, merece una visita.
Cuando concluimos la visita, nos volvimos a meter en el taxi y le pedimos a Enrique que nos acercara a la estación de autobuses, ya que queríamos cerrar el autobús Arequipa-Puno.
Enrique se lo montó para pasar por el emblemático puente de Fierro y mientras tanto ibamos hablando sobre el vertiginoso crecimiento de la ciudad de Arequipa y el porqué de este crecimiento.
Dejo la conversación que tuvimos para nosotros, pero fue un auténtico placer y una manera de conocer un poquito mejor a las gentes del país que estábamos visitando.
Después de comprar los billetes de autobús, volvimos al taxi. Ahí estaba Enrique esperándonos para llevarnos a la plaza de armas.
Este sería el último trayecto que realizaríamos con él.

Enrique, si por casualidades de la vida acabas leyendo esto, te enviamos Dani, Pedro y yo un abrazo muy grande, fue un auténtico placer.
Se notaban sus tablas a la hora de tratar con los clientes, nos contó su punto de vista sobre la forma en la que hay que tratar al turista.
Todo un señor, completamente de confianza, así que aquí os dejo su número de teléfono por si tenéis la oportunidad de parar en esta preciosa ciudad y necesitáis que alguien os traslade y os alegre el día:


Enrique (taxista de Arequipa) 987 608 298

¿Sabéis lo mejor de todo? que quizás fue uno de los taxis más baratos que hemos pagado... aunque ya nos ocupamos de dejarle una buena propina, ya que se la merecía.

En la plaza de armas, dimos un último paseo y fuimos a un supermercado que habíamos localizado a comprar unos yogures de cena y algunas cosas para la excursión del día siguiente.
No nos retrasamos mucho más ya que al día siguiente nos recogían en nuestro hotel a las 3 de la mañana para poner rumbo al Colca. Pero eso os lo contaré en el siguiente post.

¡Que siga el viaje!

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