martes, 25 de marzo de 2014

Día 8. Fushimi Inari, Nara y Osaka.

Este fue uno de los días en los que nos pasamos de optimistas con la planificación.
Inicialmente la idea era Nara y Osaka, que ya es bastante, pero además vimos que el templo Fushimi Inari estaba cerca de una de las estaciones de tren y nos pillaba de camino, así que decidimos parar también a verlo.
La verdad es que los días eran los que eran y de no haber ido este día quizás no pudiéramos haber ido, así que ¡bien hecho está!
De todas maneras, si estáis planificando un viaje a Japón, guardaría más tiempo para Osaka, me parece que la ciudad podía dar mucho más de sí.
Pero bueno, empecemos con el día...
Nos levantamos bien prontito, desayunamos en el apartamento unos cuantos dulces y bollitos que habíamos comprado el día anterior en un supermercado cercano (os recomiendo que visitéis algún supermercado, porque hay cosas increíblemente curiosas y te entran ganas de probarlo todo).
Dejamos el apartamento y pusimos rumbo a la estación de tren de Kyoto, que más o menos la teníamos a 8 minutos andando.
Una vez allí, cogimos la JR Nara Line que nos dejaría en Inari para poder visitar el santuario sintoísta Fushimi Inari.
A este santuario, se le llama también "Los mil toris" ya que lo más característico del lugar es que hay unos "túneles" de toris rojos impresionantes. 






El sitio el muy chulo, no lleva demasiado tiempo verlo y diría que es de parada obligada.
Una vez visto, esperamos en la estación para coger la JR Nara Line hasta Joyo y una vez allí hicimos transbordo con la JR Nara Rapid Line que nos dejaría en Nara.

Nara es uno de los destinos turísticos más importantes de Japón. Esto se debe a que sus templos están reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. 

Nos basamos en esta ruta de la web "Muy lejano" para guiarnos en nuestra visita a Nara. Aprovecho para volver a recomendaros sus podcast, un "must" antes del viaje.

Lo primero que nos encontramos fue el templo Kofukiji:



Otro de los atractivos que tiene Nara, es que puedes ver ciervos sueltos por la calle. Te venden hasta unas galletas para acercarlos y poder sacarte una foto con ellos. Cuidadito ¡son un poco agobiantes!




La siguiente parada fue el templo Todaiji:

Locales purificándose con humo de incienso
Buda gigante, también llamado "Daibatsu"
Después de una visita de toda la mañana y tras subir una especie de montaña que hay dentro del parque, decidimos hacer una parada técnica para comer en el único sitio que había para comer en lo alto de la montaña y que sospechosamente estaba vacío. 
Pensábamos que el motivo de que estuviera vacío era que era pronto, pero la verdad es que fue de los peores sitios en los que comimos en Japón, pese a que inicialmente el sitio tenía buena pinta.



Los udon parecía que bailaban en agua... si os encontráis este sitio, acordaros de mi y seguid andando...
Terminamos de ver el parque de Nara y cogimos un autobús que nos dejó en la estación de Nara, nos liamos un poco con el bus y nos dejó más lejos de lo deseado, pero con el dominio que tenemos del idioma, lo que me sorprende es que no nos pasara más veces.
Sobre las 15:00 estábamos cogiendo la JR Yamatoji Line con destino Osaka.
La primera parada era el HEP FIVE Ferris Wheel, por fuera, porque no teníamos mucho tiempo. La peculiaridad de este edificio es que tiene una noria "incrustada".

De allí pusimos rumbo hacia el edificio Shin Humeda, que habíamos leído que además de tener una arquitectura singular tenía un jardín flotante.
Lo de la arquitectura singular vale, que en lo que llaman jardín flotante había unas vistas que merecían la pena también, pero eso de esperarte un jardín ahí arriba, es mucho esperar... vamos que lo más verde que vimos ahí arriba fue una maceta y yo se lo había vendido a todo el mundo como un "jardín flotante".







Nos estaba gustando el rollo urbano de la zona y además casualidades de la vida nos encontramos una fiesta de la cerveza en los bajos del edificio que nos pedía a gritos que nos quedáramos.
Pero nos portamos bien y emprendimos la marcha hacia el castillo de Osaka, porque iba cayendo la tarde y sabíamos que si nos despistábamos, se nos echaría la noche encima y nos quedaríamos sin ver el castillo.
Así que otra vez para el tren a coger el metro que nos dejaría en Osaka Jokoen, parada en la que hay que apearse para ver el castillo.



Se nos echó la noche encima sin darnos cuenta y estábamos muy cansados de la caminata de todo el día, además al día siguiente (para no variar) iba a ser cansado... así que decidimos coger el tren de vuelta a Kyoto.
Si tenéis tiempo, dedicadle más tiempo a Osaka, ya que a nosotros nos supo a poco.

En el siguiente post, ruta en bici por Kyoto ¡un imprescindible! ¡no os lo perdáis!

sábado, 22 de marzo de 2014

Día 7. Kyoto, toma de contacto.

Nos levantamos prontito, pero sin prisa, después de un sueño revitalizador en los futones del Fujimien Hotel. 
Lo primero que hicimos fue asomarnos al balcón ¿No estará Fuji ahí, no?
Hubo quien aprovechó para volver a bajar al Onsen (me arrepiento un poco de no haberlo hecho) y otros dimos un paseo por las inmediaciones del hotel, viendo su jardín y quemando los últimos minutos intentando avistar a Fuji.

<<¡Mira, mira! ¡creo que veo la cima!>>

Al final lo que vimos de verdad, fue a Dani disfrutando de unas buenas vistas y del calor del Onsen...

De allí nos encaminamos hacia el comedor para reunirnos con el resto del grupo y disfrutar del desayuno. Dejémoslo en correcto, aunque un poco flojeras en mi opinión, por que ya se sabe, los dulces y los japos no se llevan bien...

Con las mismas abandonamos el hotel cogiendo el mismo autobús que nos había llevado allí, aunque en dirección contraria, que nos dejaría en la estación de Odawara.
El plan era coger el Shinkansen Hikari 507 con destino Kyoto. Una vez allí nos reuniríamos con los dueños del apartamento que habíamos alquilado.
A los chicos les encantaban los trayectos en tres... ¡unas vistas!
Cuando llegamos al apartamento, una chica muy simpática y enamorada de España, nos enseñó el apartamento, nos explicó los hábitos de reciclaje y nos dijo donde guardaban las bicis (porque el apartamento disponía de bicis de uso gratuito). Finalmente, se despidió de nosotros no sin antes recomendarnos un restaurante de las inmediaciones.
El apartamento de dos plantas disponía de 3 habitaciones, una cocina comedor y un baño. Todo ello de estilo japonés.
Aunque era muy pequeñito, estaba muy bien y era muy acogedor.







Para esas horas ya teníamos hambre de nuevo, así que tras acomodarnos un poco, nos dirigimos hacia el restaurante, el que iba a resultar ser uno de nuestros imprescindibles en Kyoto.
Como el nombre se me complica, os dejo la localización y una foto de los exteriores.




Y estos son algunos de los manjares que pudimos degustar en nuestra primera visita:





Aprovecho para agradecer a mis compañeros la paciencia que tuvieron con el tema de las fotos de la comida, gracias! :-D
Después de renovar energías cogimos un autobús que nos dejaría en el templo Kinkakuji, también conocido como Golden Pavillion o Pabellón Dorado.

El templo cierra a las 17:00 y la entrada cuesta 400 yenes. Merece la pena visitarlo.
Tanto en el trayecto de ida como en el de vuelta, fuimos viendo las grandes diferencias culturales que hay entre Tokyo y Kyoto.
Nos llamó mucho la atención que los niños en Kyoto ¡hacían ruido! en Tokyo, de no ser por sus peculiares uniformes, pasarían desapercibidos.
Notamos que la gente en general era más risueña y menos seria que en Tokyo.
Después de ver el templo, cogimos un autobús con destino Pontocho.


Dimos una vuelta por la zona, disfrutando de las primeras pinceladas de Kyoto.
Quería comentaros una curiosidad. Hay gente que no viaja a Japón por las dificultades del idioma. Pero los japoneses son muy precavidos y al menos en lo que a comida se refiere lo tienen todo muy bien puesto:

Si no te representan la comida, te hacen una foto, pero vamos ¡más fácil imposible!
Nos acercamos a Pontocho donde seguimos perdiéndonos un rato.




Cruzamos el río por la calle Shijo Dori en dirección al santuario Yasaka. Cuando llegamos, casi había anochecido y los farolillos estaban encendidos.
Hasta entonces no habíamos visto ningún santuario iluminado y la verdad es que no decepcionó.

Entrada al santuario, con la calle Shijo Dori al fondo
Las inmediaciones de este templo están consideradas zona de Gheisas, así que nos fuimos a la "caza" de alguna instantánea, paseando por lugares misteriosos.

Ni rastro de Geishas... así que a descansar que al día siguiente teníamos planificado un día la mar de completito...


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